3 de noviembre de 2025

Hábitat Colombia: el pulso de la vivienda urbana y la apuesta por una ciudad posible

Dentro de un mercado de bienes raíces que evoluciona a la par del desarrollo urbano y la economía familiar, Hábitat Colombia. se abre paso con un gran portafolio de proyectos compacto, estratégico y profundamente alineado con la realidad social del país. En Bogotá —su centro neurálgico— y en Malambo, Atlántico, la compañía teje un mapa de vivienda que combina técnica, estandarización y una lectura precisa de la demanda. No se trata solo de construir, sino de interpretar una necesidad: la de acceder a un hogar en un país donde cada metro cuadrado cuenta.

Con sede en la Calle 98, en el corazón corporativo de la capital, Hábitat Colombia articula todo el ciclo de desarrollo inmobiliario, desde la promoción hasta la escrituración. Esa integración vertical, que a veces suena a promesa de manual, aquí funciona como un mecanismo de control de calidad y, sobre todo, de transparencia de cara al comprador. El horario es el de cualquier oficina; el enfoque, no tanto: detrás hay un engranaje comercial que busca transformar la vivienda social y media en productos estables, accesibles y financieramente previsibles.

Ese último concepto —la previsibilidad— es quizá la piedra angular de su estrategia. Todos los proyectos se comercializan con precios fijados en Salarios Mínimos Mensuales Legales Vigentes (SMMLV) del año de escrituración. En un país donde la inflación es una fuerza que nadie ignora, indexar al SMMLV se convierte en una especie de metrónomo económico: alinea las variaciones del mercado, protege el valor del activo y permite que subsidios y créditos funcionen como un puente real hacia la compra.

La cartera de proyectos de la compañía es, en apariencia, sencilla. Cinco desarrollos. Cinco ubicaciones. Cinco respuestas distintas para el mismo desafío: vivienda eficiente, funcional y sostenida por datos. Las áreas construidas —entre 35.8 y 47 metros cuadrados— son un hilo conductor que evidencia una apuesta por la estandarización. No es un gesto conservador, sino una decisión calculada: viviendas compactas, con distribución optimizada y costos de construcción establecidos, que permiten precios más estables y modelos financieros más claros.

En Malambo, Atlántico, aparece Cerasus Sexta Entrada, un proyecto clasificado en el nivel de los 90 SMMLV, con un valor base de $149.000.000. Allí, en una zona donde la industria empuja y la periferia del área metropolitana de Barranquilla se expande, la vivienda VIS encuentra terreno fértil. Su espejo bogotano, Cerasus Monteblanco, en Usme, replica esa misma fórmula: área similar, precio idéntico, enfoque claro en familias jóvenes y en compradores que navegan entre subsidios y créditos asequibles.

Luego viene el salto. El segundo nivel de precios —una franja entre 150 y 175 SMMLV— reúne tres proyectos con vocación distinta: Altos de Kennedy, Cerasus Danubio y Teka House. Aquí el comprador ya no busca únicamente acceso; busca una localización más consolidada, una proyección de valorización superior y un contexto urbano más maduro.

Altos de Kennedy, por ejemplo, se lleva a cabo en una de las localidades más densas y mejor conectadas de la ciudad, con unidades de hasta 45 metros cuadrados de área construida y un precio que parte de los 249 millones. Danubio, también en Usme, amplía ligeramente el rango de área construida, mientras que Teka House en Bosa con un área no menor a los 41 metros construidos, se integra al mismo segmento como opción para hogares que buscan un equilibrio entre costo, ubicación y movilidad.

Una constante atraviesa todos estos desarrollos: la apuesta por zonas que están en plena transición. Usme, Kennedy y Bosa son territorios donde la ciudad se está reescribiendo, donde los planes parciales avanzan y donde el acceso a transporte y equipamientos mejora año tras año. Para Hábitat Colombia, el valor no está solo en la vivienda, sino en el tejido urbano que la rodea.

En el frente comercial, la empresa empuja actualmente varias promociones destinadas a facilitar la entrada al mercado. Desde facilidades en la cuota inicial hasta acompañamiento financiero para tramitar subsidios. Todo diseñado para reducir fricciones y acelerar decisiones, en un entorno donde el tiempo —y el bolsillo— suelen dictar el ritmo.

Los proyectos ya entregados refuerzan su credibilidad. Allí donde la obra está concluida, el comprador puede ver el resultado final: la arquitectura real, la calidad material, la seriedad en el proceso de las escrituras. En un sector donde la confianza es fundamental, esos antecedentes valen tanto como cualquier plano.

Hábitat Colombia parece caminar hacia un lugar claro: consolidarse como un actor que entiende la vivienda no solo como un producto inmobiliario, sino como un servicio urbano. Un bien esencial que requiere rigor técnico, sensibilidad territorial y una estrategia financiera capaz de sobrevivir a los ciclos económicos. Y en ese camino, sus promociones activas y su portafolio entregado funcionan como prueba y argumento.

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